Si algo me ha emocionado desde que soy pequeña es viajar. Lugares nuevos por conocer, experiencias inolvidables y recuerdos que quedan para siempre.
Desde muy pequeña recuerdo los muchos viajes que hicimos con mis papás y mi hermano, los pueblos que conocimos y los muchos amigos que dejamos en cada lugar que visitamos. Vivimos muchas experiencias. Recuerdo una vez que teníamos mucha hambre y no encontrábamos un lugar donde poder desayunar, habíamos salido muy de madrugada del hotel, pues el camino por recorrer ese día era largo, muchas horas de viaje; de repente vimos una señal en el camino que anunciaba que servían desayunos, el lugar no se miraba muy agradable que digamos, pero era tanta el hambre que no nos importó. ¡Y valió la pena haber parado allí, pues el desayuno fue de los más deliciosos que he comido en toda mi vida! Todavía lo recuerdo hasta este día.
Nunca olvidaré esa primera vez que de niña me subí al primer avión, casi no dormí la noche anterior pues una emocionante aventura me esperaba a la mañana siguiente. Todavía puedo recordar hasta el olor que se sentía dentro del avión, los uniformes de las azafatas que me encantaron. Por supuesto nos turnamos la ventana con mi hermano, qué increíbles se miraban las nubes desde allí. Muchos buenos recuerdos guardo en mi memoria de esos viajes.
Pero si algo me encantaba de esos viajes, cuando eran por tierra, era que mi papá me dejaba ser la que le ayudaba con el mapa, si, ¡un mapa de verdad!, con carreteras y todos los símbolos que un mapa tiene. Debía buscar la ciudad o pueblo del que estábamos saliendo, luego encontrar el pueblo o ciudad al que nos dirigíamos y buscar la mejor ruta posible. Cada vez que pasábamos por algún pueblo que estaba en la ruta, podíamos saber que nos estábamos dirigiendo por el camino correcto. ¡ Qué satisfacción era llegar a nuestro destino después de un largo día de viaje!
La vida es así, como un viaje. Todos los días estamos recorriendo caminos que nos dirigen a un destino, hay destinos cercanos y destinos más lejanos. Será que estás dirigiéndote al destino que Dios tiene para tu vida, o ¿estás caminando por esta vida sin rumbo y no sabes a dónde te diriges? Este día quiero llamar tu atención, detente por un momento y piensa…..¿ A dónde me dirijo? ¿Será que estoy caminando por el camino correcto que me lleva al destino que Dios tiene para mí? Dios nos ayude a todos a buscar ese destino al que Dios quiere llevarnos y podamos conducirnos por el camino correcto que nos lleva a ese destino.
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